jueves, 27 de noviembre de 2014

Para toda la vida


Hay personas que viven con la idea de que lo que es eterno, lo que dura en el tiempo, lo que es para siempre, es lo mejor que te puede pasar o lo más puro que puede existir. Un trabajo para toda la vida, un amigo para toda la vida, el mismo amor desde toda la vida… Pero, ¿realmente todo lo que es duradero en el tiempo es lo más puro? No está de más decir que quizás lo que es “para toda la vida” nos proporciona seguridad y, con ello, tranquilidad.

Me quiero centrar específicamente en las relaciones de parejas, las relaciones amorosas, eso que llamamos amor. Desde bien pequeños se nos intenta enseñar lo bonito que es el amor entre dos personas, un amor para toda la vida, y lo poco bien visto que está el “andar de flor en flor”.

Pero, ¿realmente existe algo “para toda la vida”? Yo creo que no, y de ahí el dicho que escuchamos muchas veces de “nada es para siempre”. Y debemos aceptar esto último: nada es para siempre. Efectivamente, las cosas, nos gusten o no, con el tiempo cambian. Tú cambias, tus sueños cambian, tus metas cambian, y al igual ocurre con tu alrededor y las cosas/personas que lo componen. Y si esto es así, si nada es para siempre, ¿por qué algunas personas se quieren aferrar a la idea de que lo que es para toda la vida es lo mejor? Yo simplemente creo que es por miedo, hay personas, digamos, a las que no les gusta salir de su zona de confort, ya que ésta les proporciona seguridad y tranquilidad.

¿Pero qué hay de malo en las cosas que son temporales? ¿Por qué a algunas personas les aterra tanto el que llegue el fin de algo, el fin de una relación? ¿Acaso lo que no es eterno carece de sentido o presenta carencia de autenticidad? Muchas personas viven, como digo, con la idea de que lo que es de siempre y para siempre es lo más puro que puede existir y lo mejor que les puede pasar, pero, ¿cuántos de nosotros no hemos tenido un amor de dos, tres meses o incluso años? ¿Es que durante ese tiempo el amor no fue real, las experiencias y sensaciones que se vivieron no fueron tan intensas como las de cualquier otro?

Ya desde bien pequeños, la sociedad, compuesta no sólo por televisión y prensa, sino también por nuestros amigos, familiares, compañeros de colegio/instituto/universidad/trabajo, amigos de amigos, etc., puede que muchas veces sin darse cuenta, nos bombardea y acaba impregnándonos de muchas ideas absurdas. Ideas tan absurdas como que si no tienes un buen trabajo y ganas un buen sueldo eres un fracasado, ideas como que para ser feliz tenemos que formar una familia, y que si por “h” o por “b” esta familia se rompe (divorcio), no has triunfado como persona. Sí, puede resultar estúpido esto último que estoy diciendo pero es así, en pleno s. XXI mucha gente sigue pensando esto.

Señorxs, los amores duran lo que tienen que durar: días, semanas, meses, años… Pero no porque un amor conozca su fin quiere decir que hemos fracasado, ya que pensar esto lo único que nos va a conducir es que nos sintamos mal y nos castiguemos, y nos hunda en un profundo dolor, y, en el peor de los caso, incluso, que perdamos la fe en volver a enamorarnos.

¿Quién piensa que sólo podemos amar con todas nuestras fuerzas una vez en la vida y a una única persona? ¿Quién piensa que amor verdadero es tan sólo el primero? ¡Qué locura pensar así! Yo pienso, y creo, y afirmo, que los primeros amores son para explorar, conocer, equivocarse, aprender, madurar… y, ojo, con esto no estoy diciendo que una pareja que conoce un amor para toda la vida, y que es capaz de amarse (y todo lo que esto significa) a lo largo del transcurso de todos los años, se esté perdiendo algo, porque a esas parejas las admiro por haber aprendido a equivocarse, a conocerse y a madurar juntos.

Pero muchas veces no es sólo aprender a equivocarse, o conocerse y aceptarse, o madurar, muchas veces puede ir más allá, pueden entrar en juego muchos factores y razones. Con todo esto simplemente quiero decir que hay que aprender a dejar ir a quien entra en nuestra vida y no encaja con ella, y debemos aprender a darnos la oportunidad de enamorarnos cuantas veces nos sea necesario, debemos darnos la oportunidad de explorar, conocer, equivocarnos, aprender, repito, tantas veces como nos sea necesario.

Sinceramente, es una pena ver cómo las personas se quieren hoy en día. Pensar que hay que aguantar a una persona cuando en realidad no se está a gusto con ella, creer que eso es así. Muchas veces la televisión, las series, los programas, nos dicen, ya sea implícita o explícitamente, que el amor se basa en aguantar todo, en aceptarlo todo, sean cuales sean las circunstancias. El amor no es para pasarlo mal, ni para estar llorando día sí y día también, ni para hacernos sentir personas desgraciadas, desdichadas u oprimidas. El amor está para disfrutarlo, para desearlo, para que nos haga felices. Qué pena me dan esas personas que dicen que el amor no existe, porque mi pregunta es, ¿de verdad lo han estado buscando y lo han encontrado? Yo creo que no, pues de ser así no dirían eso ni pensarían así.

Como digo, los amores están para equivocarse y aprender. Cada pareja nos enseña mucho en la vida. A mí me han enseñado a amar, a querer, a sufrir, e incluso a aborrecer. Me han enseñado muchas veces lo mejor de la vida y otras muchas también lo peor. Me han hecho sentir la persona más afortunada del mundo pero también la más desdichada. He de admitir, que como a las personas que mencionaba antes, a mí también me ha pasado que creía que eso era el amor, y que tenía que aguantarlo porque no había cosas mejores. Me ha costado decirles adiós y admitir que nuestros caminos tenían que ser separados, y que no debíamos seguir recorriéndolos juntos, que debíamos estar lejos el uno del otro. Pero, y esto lo digo con el corazón en la mano, creedme si os digo que hacer eso han sido unas de las decisiones más bonitas de mi vida, que más me han enseñado y que más madurez me han regalado.

Mucha gente, como digo, no es capaz de dar este paso, muchas veces por miedo al qué dirán o por la idea de que el amor verdadero es tan sólo el primero, otras porque se encuentran perdidas, otras porque creen estar a gusto en su zona de confort y tienen miedo de salir a explorar. Y así, por unas cosas u otras, se quedan ancladas en esa relación, una relación que no les hace crecer como personas, ni avanzar en nada, y esto, verdaderamente, es muy triste y doloroso.

Como digo, yo en algún momento de mi vida fui uno de estos miembros de la pareja, un miembro perdido, con miedo a salir a explorar. He de admitir, también, que era una persona que creía en las almas gemelas, sí, de eso que se habla mucho sobre todo en las series televisivas y películas de amor. Pero las rupturas de mis relaciones me enseñaron lo equivocada que estaba por creer que el amor es algo que tiene que durar para toda la vida, y que las almas gemelas existen, con lo bonito que es conocer gente totalmente diferente a ti y que te enseñe cosas que ni siquiera te imaginabas que podías vivir. No hay que sentirse una persona fracasada porque algo no sea para toda la vida, y ya no sólo en el ámbito de las relaciones de pareja, sino en todos nuestros ámbitos.


Aunque algo llegue a su fin debemos tener muy claro y seguro que volveremos a retomar nuestros caminos y volveremos a enamorarnos, y a ser inmesamente felices, y que ese amor será tanto o más intenso que cualquier otro. Y tenemos que tener muy claro y presente que el amor no es amor por el tiempo que dure, sino por la intensidad y la autenticidad con la que tu alma y corazón lo viven. Y recuerda, muchas veces las cosas no son para siempre, vive cada momento como si fuese el primero, saboreando cada momento, cada sensación, cada instante como si fuese la primera vez que lo estás viviendo, aunque ya lo hayas hecho 300 veces antes; acepta esto y vivirás más feliz y tendrás una vida más plena.