domingo, 1 de febrero de 2015

DIRIGE TU VIDA

Cuando voy conduciendo el coche me fastidia bastante que me digan cómo hacer las cosas (“frena”, “puedes adelantar”, “incorpórate ya”, “tírale ya…”, y así un sinfín de “consejines”). A simple vista, puede parecer una tontería, de hecho no suelo contestar cuando alguien me “aconseja” lo que “debo” hacer, pero a mí es algo que me pone muy nerviosa, aunque sé que no se hace con mala intención, pero soy yo la que conduce, ¿no? Si hago una maniobra, si reduzco o acelero, o cojo un camino u otro, yo sé por qué lo hago, y creo que hasta que no se pregunta soy la única que sabe por qué hice una maniobra y no otra, y por qué no tomé un camino y no otro.

Si nos paramos a pensar, entre este ejemplo, un poco pésimamente explicado, y la vida, podemos ver que existen muchas similitudes:

Piensa (o imagina): nuestro coche se llama “vida” y cada unx de nosotrxs tenemos nuestro “coche” propio. Y, por consecuencia, ya que todos tenemos nuestro coche propio,  somos los conductores (y por consiguiente los responsables) de nuestra vida, aunque, desafortunadamente, muchos no asumen esa responsabilidad. Éstos, los conductores que no asumen esta responsabilidad de conducir su "coche", son conductores miedosos, que les gusta preguntar qué tienen que hacer, cuál es el mejor atajo o camino para llegar a un sitio. Y como resultado, tienen accidentes o no están satisfechos con su vida. Y entonces te preguntas, ¿por qué siguen escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfechos con los resultados? Simple: es más fácil culpar a otros de sus fracasos, que ser responsables de sus decisiones

Entonces, podemos pensar que esto es así, lo de no asumir la responsabilidad, tomar el volante, porque el precio de seguir los impulsos de tu corazón, de tomar tus propias decisiones, es la posibilidad de fracasar. Pero es que nadie puede esperar tener éxito en lo que le gusta con tan solo unos intentos. Si no mira la historia, está llena de hombres que estuvieron peleando por sus ideas, y que después de fracasos temporales, obtuvieron el éxito: aplicaron la persistencia en sus sueños.

La sensación de libertad, de asumir el control del volante de tu vida, te dará una seguridad y energía interior que no tiene precio. Para un militar, su orgullo son las heridas de guerra. Y para el hombre de negocios, hablar de sus fracasos, antes de alcanzar la cima. Aunque las derrotas temporales te causen dolor… cuando sean cosa del pasado, te divertirá recordarlas, le dará más valor a tu éxito.

Detén a esa persona mata pasiones, y no la escuches cuando quiera dirigir el coche de tu vida, o cuando vaya a una velocidad diferente a la que tú lo haces. Esa persona no conoce por qué haces lo que haces. No conoce tu vida como tú la conoces. Ella no comprende tus sueños y motivos de la misma manera que tú, pues cada uno tenemos nuestra visión de las cosas. Finalmente, ella en sus consejos, proyecta lo que ella es, lo que ella hace, lo que haría en tu lugar, pero lo ve desde la barrera, y si es una persona mediocre, y le haces caso, vas a acabar siendo otra persona mediocre tú también. Ojo, esto no quita que en nuestro coche a veces no llevemos sentadas personas que verdaderamente empaticen con nuestra situación y se pongan en nuestro lugar y que nos den un buen consejo, pero recuerda que en última instancia eres el/la que decides si tomar ese consejo y si es el mejor para ti y va acorde con tus ideas, valores, sentimientos, por eso toma sólo aquel consejo que de verdad desees, no aquel que creas que va a complacer a los demás.

Observa que las personas que han tenido éxito, primero se escuchan a sí mismas. Fueron tercas en escucharse primero a ellas mismas, antes que a los demás. ¿Qué consejo te puedo dar? Hay dos frases que me encantan: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Machado, y “Try hard enough” de Malcolm Forbes, esto es: sigue intentando hasta que tengas éxito. Recordando mi vida, veo que las actividades en que he tenido más éxito, son en las que he aplicado estas dos frases. 

Y añade otros ingredientes: la esperanza, constancia, persistencia, valor, y saber encontrar dentro de lo negativo lo positivo. Siempre va a haber dos caminos: seguir adelante a pesar de que parezca que no lo lograrás, o resignarte. Al tomar el camino de seguir adelante… ¡lo lograrás! La esperanza puede hacer realidad tus sueños. Y si no lo logras, créeme, siempre hay algo mejor que te está esperando, de verdad, dije que la esperanza es un ingrediente más a añadir.

Cuando elegimos el camino de la resignación, al final sólo te acabarás excusando con mil excusas y pretextos de por qué has fracasado. Cuando te ocurra esto, piensa que nunca es tarde para intentar de nuevo las cosas, aunque si bien es cierto hay oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida, o eso dicen, porque también soy de las que piensan que esto no siempre es así, que se pueden volver a presentar, quizás no de la misma manera pero sí parecidas, pues ahí no la vuelvas a dejar pasar, y si no se te presenta, búscala.

Por último, otro ingrediente más, y no por mencionarlo el último menos importante, la fe, el creer que existe alguien más, que nos dio la vida y nos creó, y no me refiero a nuestros padres, para mí se llama Dios, y pienso que él ayuda mucha, cuanto más perseverantes seamos, más fiel será a ayudarnos, sobre todo si lo tenemos presente siempre.

Te invito a que experimentes la emoción de conducir el coche de tu vida. Disfrútalo a tu ritmo, a tu manera ¡Y condúcelo hasta las estrellas!


¡SUERTE!

Ingredientes para sentirnos bien


De manera general, suelo sentirme bien conmigo misma, y, si tuviera que definirme, me defino como una persona feliz, sí FELIZ. ¿Y sabéis por qué? Porque intento siempre no esperar nada de nadie, porque esperar siempre duele. No soy conformista, pero me conformo con poco porque aprecio todo lo que tengo, por insignificante que pueda parecer para los ojos de quien no sabe ver más allá de las grandezas. Además, ante las adversidades y los problemas, intento pensar que éstos no son eternos, y que siempre tienen solución (ya sabéis, “después de la tormenta siempre llega la calma”). Lo único que no se resuelve es una enfermedad terminal, o la muerte, lo sé. Pero soy feliz porque pienso que la vida es corta, y porque intento apreciar y disfrutar de cada momento, bueno y regular, regular y malo, aunque sé que de estos no se disfruta mucho, pero sí se puede aprender y sacar partido. La vida es corta, repito, por eso, ámala, sonríe e intenta ser feliz, vive intensamente, disfrutando de cada momento como si fuese el primero (aunque lo que hagas lo hayas hecho ya mil veces, pero aprécialo como si fuese la primera vez).


Y recuerda. Antes de hablar, ESCUCHA. Antes de escribir, PIENSA. Antes de herir, empatiza y SIENTE. Antes de rendirte, INTENA. Antes de morir, VIVE.