Cuando voy
conduciendo el coche me fastidia bastante que me digan cómo hacer las cosas (“frena”,
“puedes adelantar”, “incorpórate ya”, “tírale ya…”, y así un sinfín de “consejines”).
A simple vista, puede parecer una tontería, de hecho no suelo contestar cuando
alguien me “aconseja” lo que “debo” hacer, pero a mí es algo que me pone muy
nerviosa, aunque sé que no se hace con mala intención, pero soy yo la que
conduce, ¿no? Si hago una maniobra, si reduzco o acelero, o cojo un camino u
otro, yo sé por qué lo hago, y creo que hasta que no se pregunta soy la única
que sabe por qué hice una maniobra y no otra, y por qué no tomé un camino y no
otro.
Si nos
paramos a pensar, entre este ejemplo, un poco pésimamente explicado, y la vida,
podemos ver que existen muchas similitudes:
Piensa (o
imagina): nuestro coche se llama “vida” y cada unx de nosotrxs tenemos nuestro
“coche” propio. Y, por consecuencia, ya que todos tenemos nuestro coche propio, somos los conductores (y por
consiguiente los responsables) de nuestra vida, aunque, desafortunadamente, muchos no asumen esa
responsabilidad. Éstos, los conductores que no
asumen esta responsabilidad de conducir su "coche", son conductores
miedosos, que les gusta preguntar qué tienen que hacer, cuál es el mejor atajo
o camino para llegar a un sitio. Y como resultado, tienen accidentes o no
están satisfechos con su vida. Y entonces te preguntas, ¿por qué siguen
escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfechos con los resultados? Simple: es más fácil culpar a otros
de sus fracasos, que ser responsables de sus decisiones.
Entonces,
podemos pensar que esto es así, lo de no asumir la responsabilidad, tomar el
volante, porque el precio de seguir los impulsos de tu corazón, de tomar tus
propias decisiones, es la posibilidad de fracasar. Pero es que nadie puede esperar tener éxito
en lo que le gusta con tan solo unos intentos. Si no mira la historia, está llena
de hombres que estuvieron peleando por sus ideas, y que después de fracasos
temporales, obtuvieron el éxito: aplicaron
la persistencia en sus sueños.
La
sensación de libertad, de asumir el control del volante de tu vida, te dará una
seguridad y energía interior que no tiene precio. Para un
militar, su orgullo son las heridas de guerra. Y para el hombre de negocios,
hablar de sus fracasos, antes de alcanzar la cima. Aunque las derrotas temporales te causen dolor… cuando sean cosa del
pasado, te divertirá recordarlas, le dará más valor a tu éxito.
Detén a
esa persona mata pasiones, y no la escuches cuando quiera dirigir el coche de
tu vida, o cuando vaya a una velocidad diferente a la que tú lo haces. Esa persona no conoce por qué haces lo que haces. No conoce tu vida
como tú la conoces. Ella no comprende tus sueños y motivos de la misma
manera que tú, pues cada uno tenemos nuestra visión de las
cosas. Finalmente, ella en sus consejos, proyecta lo que ella es, lo que
ella hace, lo que haría en tu lugar, pero lo ve desde la barrera, y si es una
persona mediocre, y le haces caso, vas a acabar siendo otra persona mediocre tú
también. Ojo, esto no quita que en nuestro coche a veces no llevemos sentadas
personas que verdaderamente empaticen con nuestra situación y se pongan en
nuestro lugar y que nos den un buen consejo, pero recuerda que en última
instancia eres TÚ el/la que decides
si tomar ese consejo y si es el mejor para ti y va acorde con tus ideas,
valores, sentimientos, por eso toma sólo
aquel consejo que de verdad desees, no aquel que creas que va a complacer a los
demás.
Observa
que las personas que han tenido éxito, primero se escuchan a sí mismas. Fueron
tercas en escucharse primero a ellas mismas, antes que a los demás. ¿Qué consejo te puedo dar? Hay dos frases que me encantan:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Machado, y “Try hard
enough” de Malcolm Forbes, esto es: sigue intentando hasta que tengas
éxito. Recordando mi vida, veo que las actividades en que he tenido más
éxito, son en las que he aplicado estas dos frases.
Y añade
otros ingredientes: la esperanza, constancia, persistencia, valor, y saber
encontrar dentro de lo negativo lo positivo. Siempre va a haber dos
caminos: seguir adelante a pesar de que parezca que no lo lograrás, o
resignarte. Al tomar el camino de seguir adelante… ¡lo lograrás! La esperanza puede hacer realidad
tus sueños. Y si no lo
logras, créeme, siempre hay algo mejor que te está esperando, de verdad, dije
que la esperanza es un ingrediente más a añadir.
Cuando
elegimos el camino de la resignación, al final sólo te acabarás excusando con
mil excusas y pretextos de por qué has fracasado. Cuando te ocurra esto, piensa
que nunca es tarde para intentar de nuevo las cosas, aunque si bien es cierto
hay oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida, o eso dicen, porque
también soy de las que piensan que esto no siempre es así, que se pueden volver
a presentar, quizás no de la misma manera pero sí parecidas, pues ahí no la
vuelvas a dejar pasar, y si no se te presenta, búscala.
Por
último, otro ingrediente más, y no por mencionarlo el último menos importante,
la fe, el creer que existe alguien más, que nos dio la vida y nos creó, y no me
refiero a nuestros padres, para mí se llama Dios, y pienso que él ayuda mucha,
cuanto más perseverantes seamos, más fiel será a ayudarnos, sobre todo si lo
tenemos presente siempre.
Te
invito a que experimentes la emoción de conducir el coche de tu vida.
Disfrútalo a tu ritmo, a tu manera ¡Y condúcelo hasta las estrellas!
¡SUERTE!