De manera general, suelo sentirme
bien conmigo misma, y, si tuviera que definirme, me defino como una persona
feliz, sí FELIZ. ¿Y sabéis por qué?
Porque intento siempre no esperar nada de nadie, porque esperar siempre duele. No
soy conformista, pero me conformo con poco porque aprecio todo lo que tengo,
por insignificante que pueda parecer para los ojos de quien no sabe ver más
allá de las grandezas. Además, ante las adversidades y los problemas, intento
pensar que éstos no son eternos, y que siempre tienen solución (ya sabéis,
“después de la tormenta siempre llega la calma”). Lo único que no se resuelve
es una enfermedad terminal, o la muerte, lo sé. Pero soy feliz porque pienso
que la vida es corta, y porque intento apreciar y disfrutar de cada momento,
bueno y regular, regular y malo, aunque sé que de estos no se disfruta mucho,
pero sí se puede aprender y sacar partido. La vida es corta, repito, por eso,
ámala, sonríe e intenta ser feliz, vive intensamente, disfrutando de cada
momento como si fuese el primero (aunque lo que hagas lo hayas hecho ya mil
veces, pero aprécialo como si fuese la primera vez).
Y recuerda. Antes de hablar, ESCUCHA. Antes de escribir, PIENSA. Antes de herir, empatiza y SIENTE. Antes de rendirte, INTENA.
Antes de morir, VIVE.
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