Como ya
dije en mi presentación inicial, soy Psicóloga, y es por eso que uno de los
principales temas en los que me gustaría orientar este blog es a hablar sobre
la Psicología. Es por esto que me parece que esta entrada es necesaria en el
blog.
En
primer lugar diré que el texto no es mío, lo extraje de internet, y más o menos
lo he intentado adaptar un poquito a mi forma de expresarme, básicamente cuatro
pinceladas, pero la idea principal del texto, como ya digo, no ha sido cosecha
mía propia.
Bueno,
como digo, considero que esta entrada es necesaria en el blog porque es a la
Psicología a lo que me dedico profesionalmente, y hoy día sigo viendo muchos
estigmas no muy positivos en cuanto al tema de acudir a un psicólogo. En mi
entorno escucho muy a menudo comentarios del tipo "ir al loquero",
"ahí sólo van los locos", "esas cosas no sirven para nada",
y cosas así. Si bien es cierto, estos estigmas poco a poco están
desapareciendo, pero hoy día siguen existiendo, y ello, obviamente, me
perjudica a mí y al resto de compañeros míos que tratamos este tema como una
profesión y como una forma de vida.
Creo
que muchas personas se equivocan con nuestra profesión, pues no nos solemos
dedicar a hablar y dar consejos únicamente, que es lo que la mayoría de la
gente piensa. Nuestro trabajo va mucho más allá de eso, nosotros proporcionamos
herramientas a personas que las necesitan para que las pongan en práctica en su
día a día y puedan mejorar y avanzar, y sentirse mejor. Personas como tú o como
yo, que todos los días nos cruzamos con ellas, que hablamos con ellas,
personas, por decirlo de alguna manera genérica, "normales", que se
topan con un bache en su vida y que les impide avanzar.
La
gente se equivoca cuando piensa que al psicólogo sólo van los "locos",
pues un psicólogo puede ayudar en mucho, no sólo a tratar personas con
trastornos psicopatológicos, sino que podemos ayudar a darle sentido a la vida,
a ser más felices, a ayudar a afrontar problemas, y un sin fin de cosas, pero
que en esta entrada, de momento, no me voy a enrrollar con ese tema.
No me
enrrollo más y a continuación os presento el texto sobre lo que es un/a
psicólogx.
"¿Qué
es un psicólogo y qué hace realmente?"
"La responsabilidad final de que nuestra profesión no
esté tan reconocida como la de otros profesionales de la salud es de los
propios psicólogos, influye mucho en el debate el planteamiento de base: ¿Para
qué sirve un psicólogo? ¿Qué espera uno conseguir cuando acude a
consulta?
Son tres las principales funciones que la
gente atribuye a la terapia: para desahogarse, para conocerse más a uno mismo y
para recibir consejos. Ninguna
de estas tres, por extraño que resulte, debe ser el objetivo de intervención de
un buen psicólogo, ya que de ser así, no es de extrañar que la
gente cuestione nuestro papel en la sociedad.
1. Hay maneras más baratas y
agradables de desahogo que una consulta
Resulta muy conveniente para un psicólogo limitarse a ejercer un papel pasivo y de escucha durante meses e incluso años. Un maniquí podría hacer la misma función. ¿Y todo para qué? ¿Para que la persona se desahogue contándole a alguien sus problemas? ¿Para “sacar la angustia de dentro”? Este papel, más propio de un confesor que de un profesional de la salud, puede hacer que la persona reduzca su angustia temporalmente, pero es improbable que le sirva para solucionar nada. Y puestos a necesitar contar un problema a alguien ¿no es mejor hacerlo a un amigo delante de un café? Si precisamente buscamos el anonimato siempre podemos dar con gente en el autobús o en la barra del bar para contar lo que nos atormenta, y de manera mucho más barata e igual de efectiva. Y si no nos fiamos de nadie, siempre podemos usar internet y un pseudónimo. O el diario de toda la vida.
2. La ciencia avala que quien más conoce de ti mismo… eres tú mismo
El autoconocimiento levanta fascinación. Nos gusta que nos digan cómo somos, y cuanto más nos sorprendan, más satisfechos nos hallamos acerca de lo complejos y profundos que somos. Lamentablemente, la mayoría de esas técnicas resultan no tener rigor alguno, se basan en procedimientos burdos o esotéricos: cuando un test nos dice rasgos de nuestra personalidad, olvidamos que quien ha escrito esas respuestas somos nosotros mismos, por lo que lo que acaban diciéndonos no es más que lo que nosotros creemos que somos. A fin de camuflar esto algo más, se acaban construyendo constructos teóricos muy enrevesados que, sin embargo, tampoco han demostrado predecir nuestro comportamiento: como el psicoanálisis, que nos arroja una atractiva visión de lo oculto de nuestra mente pero choca frontalmente con todo lo que en los últimos cincuenta años se ha descubierto acerca del cerebro y de la conducta. O como el eneagrama, tan de moda entre los que ansían catalogarse con un número, y que es el descendiente directo de la astrología. Puestos a saber de nosotros es mejor preguntar a los que más nos conozcan dejando que nuestros actos hablen.
3. Los consejos vienen de la experiencia, las pautas son otra cosa.
Para entender esta última atribución errónea a los psicólogos conviene distinguir una pauta terapéutica, que es aquella que un psicólogo puede darnos basado en sus conocimientos y tras una evaluación, de lo que entendemos como un consejo. Los consejos acerca de un tema concreto es mejor pedírselos a un experto en la materia. Si tengo dudas acerca de si alquilar o comprar un piso, le preguntaría a un agente inmobiliario y no a un psicólogo como si este supiera las claves del universo. Si pensamos que el psicólogo es un sabio, o incluso un oráculo, no debe extrañarnos que algunos pacientes se sientan decepcionados si ven que su terapeuta es joven o no comparte algún aspecto de su vida. ¿En qué va a basarse entonces para ayudarlos si no tiene hijos o nunca ha tenido un accidente de avión? En ese caso es mejor preguntar a alguien que tenga un recorrido vital y experiencias similares a las nuestras. Y no necesitaremos acudir periódicamente a ningún sitio.
Entonces, si ir al psicólogo no ayuda específicamente a ninguna de estas tres cosas ¿para qué sirve? ¿Que han estudiado los psicólogos durante su carrera y sus años de posgrado y especialización? Parece claro que no han leído al azar la wikipedia ni ensayado durante años la postura ideal de escucha, pero ¿qué nos puede aportar entonces ir a terapia?
Somos los psicólogos los que,
por nuestra mala praxis, hemos acabado dando una imagen superflua y ridícula de
nuestra profesión. Un psicólogo es aquel
profesional que nos ayuda a modificar nuestra forma de comportarnos, tanto si queremos mejorar nuestra manera de
afrontar las cosas como si buscamos eliminar algún problema. Y lo hace en base
a los mecanismos humanos de aprendizaje, del funcionamiento fisiológico del ser
humano y de los diferentes estudios contrastados que han observado a la persona
y desarrollado técnicas específicas para cada variable a modificar.
Un psicólogo ha estudiado todo eso sin necesidad de tener que haberlo experimentado. Es por tanto un experto acerca de cómo y por qué cambian las personas. Siguiendo las pautas de un psicólogo nos aseguramos la vía más rápida y directa de modificar lo que nos hace sentirnos mal y mejorar enormemente nuestra calidad de vida. Acudir a terapia sirve para cambiar un pequeño hábito o para dar solución a un problema grave que nos ha afectado desde hace tiempo, tanto si lo hemos generado nosotros, como si es algo a lo que tenemos que hacer frente.
Si la psicología es una de las ramas de la salud con más aplicaciones cotidianas ¿por qué no es tan valorada por la sociedad? ¿Por qué la gente piensa que es inútil ir a un psicólogo? Dejando aparte la relativa juventud de la disciplina y la dificultad de imponer un único modelo teórico, somos los psicólogos los que, por nuestra mala praxis, hemos acabado dando una imagen superflua y ridícula de nuestra profesión. Fundamentalmente cada vez que en consulta no hemos aplicado un método riguroso a nuestros pacientes, sino un “todo vale” o un acto de fe.
Pero también a la hora de divulgar qué es la psicología. Es
difícil ser preciso en los medios de comunicación cuando se buscan titulares y
no explicaciones técnicas, pero es importante distinguir nuestras opiniones
personales de lo que como psicólogos podemos abordar o no. Hay
límites que no debemos saltarnos y trabajos que, sencillamente, nunca
deberíamos aceptar: dar evaluaciones de famosos, usar
instrumentos catalogados como estafas, vender libros de consejos y no de
técnicas psicológicas, participar en tertulias, televisadas o en la calle,
donde no somos capaces de explicar las bases científicas de nuestra opinión…
Por cada uso nefasto que se hace de la profesión, ocultamos uno que la ciencia
ha desarrollado durante décadas y podría cambiar la vida de una persona.
Si con
nuestra práctica y nuestras declaraciones no somos capaces de dar valor a lo
que hacemos, estaremos conduciendo a la gente a pensar que un psicólogo solo es
útil a alguien que no tenga amigos ni sentido común."
Para terminar os quiero dejar un pequeño vídeo que muestra, de manera metafórica, en qué consiste nuestro trabajo y en lo importante que es nuestra labor. ¡Espero que os guste!
Pues básicamente por aquí es por donde quería empezar, porque creo que mucha gente aún tiene confundida nuestra labor, y son muchas veces los propios profesionales de la Psicología los que crean esta confusión y esta, a m parecer, mala visión sobre nosotros y nuestra profesión.
Pues básicamente por aquí es por donde quería empezar, porque creo que mucha gente aún tiene confundida nuestra labor, y son muchas veces los propios profesionales de la Psicología los que crean esta confusión y esta, a m parecer, mala visión sobre nosotros y nuestra profesión.
“Me es
necesario recordarles que la mejor técnica de cura es el AFECTO, es el cariño por nuestro paciente cargado de
presencia, lo que le va a ayudar a salir de aquel sitio donde se ha metido. El
proceso de cura tiene que ver más con nuestro corazón y nuestra piel y nuestro
estómago en el momento de sentir el mundo del niño, sus recuerdos y sus
silencios, la angustia o indiferencia de sus padres y de sus historias, que
toda una lista de excelentes ejercicios. La técnica de ir siempre un poquito más
allá en nuestro compromiso con el paciente, siempre será la más efectiva”
(1996, L. Cornejo)
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