Son cada vez más los casos que se dan de personas con TCA -Trastorno
de la Conducta Alimentario-. Este trastorno se da, casi por igual, tanto
hombres como mujeres.
Los hábitos y valores socioculturales en la sociedad occidental
son determinantes y definidores de unos estereotipos estéticos concernientes al
cuerpo que han contribuido decisivamente al incremento de los Trastornos
Alimentarios. De hecho, se puede asegurar
que probablemente sin su existencia, no existirían tampoco estos trastornos.
Los cambios históricos entrañan cambios culturales que
acarrean modificaciones en los patrones estéticos corporales que suponen una
presión significativa sobre todos y cada uno de los miembros de la población en
cuestión. Quienes encarnan las características de ese modelo tienen razones
para autovalorarse positivamente, mientras que aquellos que se apartan de él,
sufren suelen padecer una baja autoestimna (Toro, 1996). Y esto es así en
cualquier época, en toda sociedad y cualquiera que sea el modelo.
La sociedad actual valora la delgadez y la esbeltez corporal
como estándar de lo atractivo, y estas normas se aplican, hoy día casi por
igual en hombres que en mujeres: a las mujeres se nos pide esta delgadez y
esbeltez y a los hombres se les pide lo que podemos conocer con el nombre de
“estar cuadrado”, o lo que es lo mismo, tener músculo y los abdominales
marcados.
Las mujeres tienden a verse con sobrepeso o, en el peor de
los casos, obesas, aunque realmente no lo estén. Tendemos a estar menos
contentas con nuestro cuerpo, sobre todo con respecto a las dimensiones de
muslos, nalgas, caderas y estómago. Pero esto no siempre ha sido así, ya que si
nos remontamos al pasado, y no hay que ir muy lejos, tal vez a la generación de
nuestras abuelitas, hubo una época en la que se adoraban las curvas de la
mujer, se alentaba a mantener las formas redondeadas, prueba de ello son las
Venus primitivas, las griegas, las diosas romanas, entre otras.
Pero, es a partir de que se comienzan a utilizar otros tipos
de ropa que sugieren mucho más las formas corporales, se comienzan a desnudar
más partes de nuestro cuerpo (brazos, hombros, escote), comenzamos a ir a la
playa, además del desarrollo de los medios de comunicación, cuando comienzan a
cambiar estos patrones de belleza y estilismo. Tal vez lo más decisivo de todo
esto fue la aparición del cine.
A partir de estas novedades comenzarán a aparecer las
preocupaciones, en la mayoría de los casos excesivas, por el cuerpo. Comenzarán
a aparecer las dietas, para poder entrar en ropas estrechas. Y de esta manera,
comenzarán a aparecer las primeras personas con trastornos de la alimentación.
Las competiciones por el cuerpo se oficializan y se extienden
por el mundo occidental. Los concursos de belleza, con exhibiciones en traje de
baño, comienzan a hacerse con mayor regularidad, tanto hasta el punto de
llevarlo, bajo mi punto de vista, a un extremo.
Y de esta manera, por concursos televisivos, fotos de
modelos, películas en las que la mujer guapa, delgada y esbelta es la que
siempre triunfa, cuando comienzan las preocupaciones por las piernas (ocultas
hasta no hace mucho), por las barrigas, y en general, por mantener una
apariencia física acorde con lo marcado por la sociedad. Pero, ¿es realmente
esto lo normal y necesario?
Con el paso del tiempo los cambios se han ido acentuando. Con
los 70 llegaría el fenómeno “Twiggy”, una chica inglesa de 17 años cuyas
medidas eran 79-56-81, que se introdujo en la moda y en las portadas de la
revista Vogue. Produjo un impacto enorme. La forma corporal ideal empieza a
evolucionar hacia un patrón tubular. La reducción progresiva de las medidas se
refleja en otra famosa revista de tradición, “Play Boy”. También se refleja en
la evolución de las misses y modelos.
¿Pero cómo se están canalizando estos
modelos? Como bien he mencionado antes, esto se hace a través de la sociedad, y
para ello se ayuda de muchos medios, él más influyente, quizás sin duda alguna,
serán los medios de comunicación (cine, series televisivas, concursos de moda,
revistas de moda, etc.), los cuales están continuamente bombardeándonos con
mensajes.
Durante mucho tiempo
esto se ha estado camuflado con la preocupación por la salud, pero se hace
evidente la existencia de una preocupación por la estética más que por la
salud.
Toda esta situación, en mi opinión bastante problemática y
preocupante, se refleja en la ropa que hay disponible en el comercio, qué
difícil es encontrar una talla 44, o incluso muchas veces una simple 42. Nos
bombardean con gimnasios y aparatos para hacer ejercicio, con cientos de cremas
“milagrosas”, con “comidas” sustitutas de COMIDAS, con revistas que nos
“asesoran” sobre la mejor manera para “adelgazar”, pero, ¿alguien se para a ver
si todo es SANO, SALUDABLE Y BENEFICIOSO PARA NUESTRA SALUD Y BIENESTAR FÍSICO?
Y ya no sólo físico, sino también psicológico.
Actualmente parece que la sociedad vamos tomando consciencia
de la tremenda importancia que tienen los factores sociales en la aparición y
desarrollo de los TCA. Esto está intentando llevar a un lento inicio de
la adopción de medidas preventivas a nivel social. Por ejemplo, algunos
diseñadores de moda han comenzado a exigir a sus modelos una talla superior a
la que hasta ahora se estaba usando; además, las tiendas están obligadas a
tener de todas las tallas en ellas (aunque esto aún no es muy común verlo, pero
se está empezando el camino).
Lo que está claro es que es necesario que se produzca
una modificación real del patrón estético corporal. Que las modelos, actrices,
cantantes y demás personajes públicos tengas unas medidas y unas tallas más
acordes con la generalidad de la población. También es muy importante
que conozcamos que las tablas de peso que aparecen en los productos adelgazantes
están diseñadas para que todos nos sintamos con sobrepeso, no estando basadas
en ningún estudio conocido.
Por último, en cuanto a la publicidad en general, sería
necesario que se tuviese en cuenta que el 25% de los anuncios que llegan a nosotros
invitan, directa o indirectamente, a perder peso o a hacer deseable un peso
corporal bajo.
Un desorden alimenticio
no es un juego. Cada vez hay más personas sufriéndolos (bulimia, anorexia o
trastorno por atracón), personas que poco a poco están acabando con su vida,
algunas, incluso, hasta llegar a la muerte. Salir de este ciclo vicioso no es
nada fácil, toma muchísimo tiempo y muchísimas caídas, pero, sobre todo,
requiere de mucha valentía, esfuerzo y apoyo por las personas de su alrededor.
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