domingo, 3 de agosto de 2014

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN

Son cada vez más los casos que se dan de personas con TCA -Trastorno de la Conducta Alimentario-. Este trastorno se da, casi por igual, tanto hombres como mujeres.

Los hábitos y valores socioculturales en la sociedad occidental son determinantes y definidores de unos estereotipos estéticos concernientes al cuerpo que han contribuido decisivamente al incremento de los Trastornos Alimentarios. De hecho, se puede asegurar que probablemente sin su existencia, no existirían tampoco estos trastornos.

Los cambios históricos entrañan cambios culturales que acarrean modificaciones en los patrones estéticos corporales que suponen una presión significativa sobre todos y cada uno de los miembros de la población en cuestión. Quienes encarnan las características de ese modelo tienen razones para autovalorarse positivamente, mientras que aquellos que se apartan de él, sufren suelen padecer una baja autoestimna (Toro, 1996). Y esto es así en cualquier época, en toda sociedad y cualquiera que sea el modelo.

La sociedad actual valora la delgadez y la esbeltez corporal como estándar de lo atractivo, y estas normas se aplican, hoy día casi por igual en hombres que en mujeres: a las mujeres se nos pide esta delgadez y esbeltez y a los hombres se les pide lo que podemos conocer con el nombre de “estar cuadrado”, o lo que es lo mismo, tener músculo y los abdominales marcados.

Las mujeres tienden a verse con sobrepeso o, en el peor de los casos, obesas, aunque realmente no lo estén. Tendemos a estar menos contentas con nuestro cuerpo, sobre todo con respecto a las dimensiones de muslos, nalgas, caderas y estómago. Pero esto no siempre ha sido así, ya que si nos remontamos al pasado, y no hay que ir muy lejos, tal vez a la generación de nuestras abuelitas, hubo una época en la que se adoraban las curvas de la mujer, se alentaba a mantener las formas redondeadas, prueba de ello son las Venus primitivas, las griegas, las diosas romanas, entre otras.

Pero, es a partir de que se comienzan a utilizar otros tipos de ropa que sugieren mucho más las formas corporales, se comienzan a desnudar más partes de nuestro cuerpo (brazos, hombros, escote), comenzamos a ir a la playa, además del desarrollo de los medios de comunicación, cuando comienzan a cambiar estos patrones de belleza y estilismo. Tal vez lo más decisivo de todo esto fue la aparición del cine.

A partir de estas novedades comenzarán a aparecer las preocupaciones, en la mayoría de los casos excesivas, por el cuerpo. Comenzarán a aparecer las dietas, para poder entrar en ropas estrechas. Y de esta manera, comenzarán a aparecer las primeras personas con trastornos de la alimentación.

Las competiciones por el cuerpo se oficializan y se extienden por el mundo occidental. Los concursos de belleza, con exhibiciones en traje de baño, comienzan a hacerse con mayor regularidad, tanto hasta el punto de llevarlo, bajo mi punto de vista, a un extremo.

Y de esta manera, por concursos televisivos, fotos de modelos, películas en las que la mujer guapa, delgada y esbelta es la que siempre triunfa, cuando comienzan las preocupaciones por las piernas (ocultas hasta no hace mucho), por las barrigas, y en general, por mantener una apariencia física acorde con lo marcado por la sociedad. Pero, ¿es realmente esto lo normal y necesario?

Con el paso del tiempo los cambios se han ido acentuando. Con los 70 llegaría el fenómeno “Twiggy”, una chica inglesa de 17 años cuyas medidas eran 79-56-81, que se introdujo en la moda y en las portadas de la revista Vogue. Produjo un impacto enorme. La forma corporal ideal empieza a evolucionar hacia un patrón tubular. La reducción progresiva de las medidas se refleja en otra famosa revista de tradición, “Play Boy”. También se refleja en la evolución de las misses y modelos.

¿Pero cómo se están canalizando estos modelos? Como bien he mencionado antes, esto se hace a través de la sociedad, y para ello se ayuda de muchos medios, él más influyente, quizás sin duda alguna, serán los medios de comunicación (cine, series televisivas, concursos de moda, revistas de moda, etc.), los cuales están continuamente bombardeándonos con mensajes.

Durante mucho tiempo esto se ha estado camuflado con la preocupación por la salud, pero se hace evidente la existencia de una preocupación por la estética más que por la salud.

Toda esta situación, en mi opinión bastante problemática y preocupante, se refleja en la ropa que hay disponible en el comercio, qué difícil es encontrar una talla 44, o incluso muchas veces una simple 42. Nos bombardean con gimnasios y aparatos para hacer ejercicio, con cientos de cremas “milagrosas”, con “comidas” sustitutas de COMIDAS, con revistas que nos “asesoran” sobre la mejor manera para “adelgazar”, pero, ¿alguien se para a ver si todo es SANO, SALUDABLE Y BENEFICIOSO PARA NUESTRA SALUD Y BIENESTAR FÍSICO? Y ya no sólo físico, sino también psicológico.

Actualmente parece que la sociedad vamos tomando consciencia de la tremenda importancia que tienen los factores sociales en la aparición y desarrollo de los TCA. Esto está intentando llevar a un lento inicio de la adopción de medidas preventivas a nivel social. Por ejemplo, algunos diseñadores de moda han comenzado a exigir a sus modelos una talla superior a la que hasta ahora se estaba usando; además, las tiendas están obligadas a tener de todas las tallas en ellas (aunque esto aún no es muy común verlo, pero se está empezando el camino).

Lo que está claro es que es necesario que se produzca una modificación real del patrón estético corporal. Que las modelos, actrices, cantantes y demás personajes públicos tengas unas medidas y unas tallas más acordes con la generalidad de la población. También es muy importante que conozcamos que las tablas de peso que aparecen en los productos adelgazantes están diseñadas para que todos nos sintamos con sobrepeso, no estando basadas en ningún estudio conocido.




Por último, en cuanto a la publicidad en general, sería necesario que se tuviese en cuenta que el 25% de los anuncios que llegan a nosotros invitan, directa o indirectamente, a perder peso o a hacer deseable un peso corporal bajo.



Un desorden alimenticio no es un juego. Cada vez hay más personas sufriéndolos (bulimia, anorexia o trastorno por atracón), personas que poco a poco están acabando con su vida, algunas, incluso, hasta llegar a la muerte. Salir de este ciclo vicioso no es nada fácil, toma muchísimo tiempo y muchísimas caídas, pero, sobre todo, requiere de mucha valentía, esfuerzo y apoyo por las personas de su alrededor.



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