martes, 2 de septiembre de 2014

LA VASIJA AGRIETADA

Un cargador de agua tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón.


Cuando llegaba, la vasija rota sólo contenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para la cual fue creada; pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer.

Después de dos años le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada de mí misma y me quiero disculpar contigo". “¿Por qué?”, le preguntó el aguador.
"Porque debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga; debido a mis grietas, sólo obtienes la mitad del valor de lo que deberías", le contestó la vasija.
El aguador se sintió muy apesadumbrado por la  vasija y con gran compasión le dijo: "Cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”.

Así lo hizo, y en efecto vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo, pero de todos modos se sintió muy apenada porque al final sólo llevaba la mitad de su carga. El aguador le dijo: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?; siempre he sabido de tus grietas y quise obtener beneficio de ello, y para ello siembro semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Durante dos años he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Sin ser exactamente como eres, ella no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa”.

<Texto extraído de internet, desconozco el autor>.



Espero que este “cuento”, reflexión os haya hecho pensar algo parecido a lo que me hizo pensar a mí la primera vez que lo leí, y es que cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero incluso esas grietas son bellas y a esas grietas se les puede sacar partido. No somos perfectos, y eso es lo bonito de la vida, aprender de esa imperfección y utilizar esa imperfección para sacarle algo bueno y positivo.


En la vida nada debe ser desperdiciado, tenemos que aprender a aceptar y amar las cosas como nos viene, porque de todo, tanto de lo bueno como de lo malo, se puede sacar partido positivo a nuestro favor. 

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